Abecedario para el adviento

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REFLEXIÓN «LA CONTRA». EL DOMINGO Nº 1202. 19 de diciembre de 2021.
  • Alégrate, el Señor te va a visitar, viene a tu vida y lo mejor de todo, viene a quedarse para siempre contigo.
  • Busca dentro de ti un lugar “como Dios manda”, porque va a ser Él, precisamente Dios, quien va a acampar en tu vida.
  • Confía “a pies juntillas”. Te aseguro que no fallará a la Gran Cita.
  • Despierta y observa el hermoso espectáculo que trae Dios consigo: habitará el lobo con el cordero, la pantera se tumbará con el cabrito…
  • Espera, pero no con resignación y desesperanza, sino con la ilusión de que algo “muy gordo” va a suceder.
  • Facilita el acceso al Señor, no sigas poniéndole direcciones prohibidas, calles en obras o controles de aduana.
  • Grita con todas tus fuerzas: Ven, ven Señor Jesús. Conviértelo en tu grito de guerra, en tu saludo de presentación.
  • Habla, pregona, anuncia la palabra, pero sobre todo con obras, la venida del Señor.
  • Imita las virtudes de María, el icono perfecto del Adviento. Déjate contagiar de su optimismo y de su fe.
  • Junta las manos con las de tus hermanos y juntos dad la bienvenida al Salvador de los hombres.
  • Libérate de las espadas del odio, de la mentira y del egoísmo, y forja arados de amor de verdad, de solidaridad.
  • Mira más a menudo por la mirilla de tu corazón; Dios está en la puerta esperando a que le abras.
  • Nivela el terreno para poder ver las huellas de Dios, las huellas de tus hermanos, y poder ir a su encuentro.
  • Organiza la fiesta, en especial revisa tu lista de invitados con “el del cumple”.
  • Prepara la cuna al niño Jesús. Mira a ver si te queda algún hueco en tu corazón. Y si no, ya sabes, habrá que deshacerse de tanto cachivache que solo ocupa sitio e impide que entre lo realmente importante.
  • Reza con tu vida, pues nada sabe de oración el que no ama y nada sabe de amor el que no ora.
  • Sueña, pero sueña despierto. Elimina la modorra del aburrimiento y las cabezadas de la rutina.
  • Trabaja ya, desde ahora; en adecentar el Reino que Dios nos ha prometido. Venga a nosotros tu Reino.
  • Usa las gafas de la humildad, pues todo lo bueno, lo grande, lo hermoso de esta vida (y estamos ante una de ellas) solo puede ser contemplado desde la sencillez.
  • Vigila. Y no te preocupes si tus ojos se cierran, lo importante es que mantengas bien abierto el corazón.
  • Y cuando el Señor llegue, entonces sí, entonces:
  • Zambúllete de cabeza y sobre todo, de corazón en las profundidades de un Dios que se hace uno de los tuyos… y ¡te quiere!