REFLEXIÓN «LA CONTRA». EL DOMINGO Nº 1209. 6 de febrero de 2022.
Carta del 21 de enero:
“Hoy he encontrado, junto al muelle, a un hombre que pasa hambre…”
Carta del 8 de febrero:
“¿Recuerdas a aquel hombre del que te hablé? Raquel y yo hemos decidido acercarnos al muelle una vez y darle algo de pescado que comer”.
Carta del 15 de febrero:
“…Continuamos visitándole… con la comida diaria. Tememos, al mismo tiempo, que llegue el día en que no podamos acercarnos hasta allí y el hombre del muelle se quede sin su pez. Él nos lo agradece. Sus mejillas empiezan a recuperar color. Le vemos algo más fuerte. Alguna noche le hemos invitado a casa a cenar con la familia. Es bastante tímido…”
Carta del 10 de marzo:
“Raquel y yo hemos decidido comprarle una caña de pescar. Le pensamos regalar un manual, comprensivo y a todo detalle, sobre aparejos y técnicas de pesca. Raquel era una aficionada hace algunos años y se ha comprometido a pasar unos días a la semana para enseñar al hombre del muelle a pescar. Dicen que el río está lleno de peces. Nosotros creemos que en poco tiempo sabrá autoabastecerse de pescado. Podrá conseguir comida por su cuenta y quizás algún dinerillo con la venta de la pesca sobrante”.
Carta del 23 de marzo:
“Surgen los problemas. Al hombre del muelle de nada le ha servido aprender a pescar para prescindir de nosotros. Necesita una licencia y no sé qué otros papeles para poder coger peces del río. Los permisos cuestan un buen dinero y no tiene con qué pagar. Hemos sabido que la explotación del río es exclusiva del municipio y no se puede pescar allí sin los dichosos papeles en regla”.
Carta del 25 de marzo:
“Más problemas. La policía local pilló al hombre del muelle pescando sin licencia y ahora se encuentra retenido. La fianza (o la multa, que no me he enterado muy bien de qué va la cosa) no es muy barata que se diga. Vamos a intentar costeársela. La gente del pueblo va diciendo de él que ha intentado aprovecharse de la comunidad, que es un ladrón y que le está bien merecido”.
Carta del 29 de abril:
“Otra complicación, y esta parece grave. ¿Te conté que el hombre del muelle salió de prisión y se hizo con los permisos de pesca necesarios? Pues de nada le sirven: la fábrica de plásticos del pueblo, río arriba, ha contaminado las aguas y todos los peces del rio se han muerto. No queda ni uno y la visión resulta desoladora. Dicen que no volverá a haber pesca hasta dentro de diez años o así. La industria pagará una multa astronómica (de sobra se lo podrá permitir), adquirirá no se qué filtros para residuos y seguirá produciendo…”
Carta del 30 de abril:
“…El hombre del muelle vuelve a pasar hambre”.