De jóvenes y menos jóvenes

cabecera-el-domingo
REFLEXIÓN «LA CONTRA». EL DOMINGO Nº 1171. 7 de febrero de 2021.

1. El otro día un presuntuoso estudiante que se encontraba en el autobús se tomaba la molestia de explicarle a un señor mayor por qué le es imposible a la vieja generación comprender a la suya, y le decía (en voz muy alta para que lo escucháramos todos): “Los jóvenes de hoy crecimos con televisión, internet, viajes al espacio… Nuestras sondas espaciales han visitado Marte… Tenemos coches eléctricos y de hidrógeno, ordenadores que procesan datos casi a la velocidad de la luz… y mucho más”.

Después de un breve silencio, en que el señor no dejó de mirarlo, el señor mayor respondió: “Tienes razón, hijo mío, nosotros no tuvimos esas cosas cuando éramos jóvenes… ¡Por eso las inventamos! Ahora dime, arrogante presumido: ¿Qué estás haciendo tú para la próxima generación?”. Y se escuchó un aplauso atronador en todo el autobús.


2. Un joven universitario viajaba junto a un anciano, que iba rezando su rosario. El joven se atrevió a decirle: “¿Por qué en vez de rezar el rosario no se dedica a aprender e instruirse un poco más? Yo le puedo enviar algún libro para que se instruya”.

El anciano le dijo: “Le agradecerla que me enviara el libro a esta dirección”. Y le entregó su tarjeta, que decía: LUIS PASTEUR – INSTITUTO DE CIENCIAS DE PARIS.


3. Un joven me comentaba una tarde sobre sus sentimientos, sus proyectos, sus reflexiones, sus críticas, sus valores… Y me decía: “Soy consciente de que mis raíces vienen de lejos, de que no soy más que un enano a hombros de gigantes. Pero, ¿nos queda a los jóvenes algo que hacer?”. Y él mismo respondía:

“Nos queda no decir amén, no dejar que nos maten el amor, recuperar el habla y la utopía, Ser jóvenes sin prisa y con memoria, situarnos en una historia que es la nuestra, no convertirnos en viejos prematuros”.

“Nos queda respirar, abrir los ojos, descubrir las raíces del horror, inventar paz, entendernos con la naturaleza y con la lluvia y los relámpagos, y con el sentimiento y con la muerte, esa loca de atar y desatar”.

“También nos queda discutir con Dios, tanto si existe como si no existe, tender manos que ayudan, abrir puertas entre el corazón propio y el ajeno; sobre todo nos queda hacer futuro a pesar de los granujas del presente”.