REFLEXIÓN «LA CONTRA». EL DOMINGO Nº 1189. 20 de junio de 2021.
Hablar es fácil, pero callar, requiere prudencia y dominio. Jesús, como hombre estuvo callado, vivió en silencio e ignorado durante treinta años, para poder hablar como Dios por espacio de tres años solamente.
La palabra de Jesús, al promulgar su obra redentora, fue amable y atrayente, pero también se caracterizó por ser decisiva, penetrante y convincente. Llamó al pan, pan; y al vino, vino; sin rodeos y con total simplicidad. Pero cuando calló, no se defendió contra las infamias, calumnias, acusaciones, atropellos y crímenes.
Porque es inútil y contraproducente hablar a personas que, de antemano, están predispuestas o con prejuicios ya instalados en sus corazones. Jesús, con su vida, nos regala los siguientes ejemplos:
- Hablar oportunamente es acierto.
- Hablar frente al enemigo es civismo.
- Hablar ante una injusticia es valentía.
- Hablar para rectificar es un deber.
- Hablar para defender es compasión.
- Hablar ante un dolor es consolar.
- Hablar para ayudar a otros es caridad.
- Hablar con sinceridad es rectitud.
- Hablar de sí mismo es vanidad.
- Hablar restituyendo la fama es honradez.
- Hablar acallando los chismes es obligación.
- Hablar disipando falsos conceptos es deber de conciencia.
- Hablar debiendo callar es necedad.
- Hablar de defectos es hacer daño.
- Hablar por hablar es tontería. Hablar de Dios expresa mucho amor.