La suerte de los cristianos de Palestina parece que ha desaparecido del mapa de preocupaciones de las comunidades cristianas. Son muchos los problemas que ocupan la actualidad referida a Oriente Medio. En medio de esa dramática actualidad, de vez en cuando surgen las informaciones, referidas a las tensiones de los palestinos contra el Estado de Israel y de las represalias del ejército israelí. Sin embargo, apenas hay informaciones sobre la suerte de las comunidades cristianas de Palestina.
Entre los aproximados nueve millones de habitantes que hay en Israel y Palestina sólo hay unas 180.000 personas cristianas, descendientes de las primeras comunidades. La mayoría de los cristianos palestinos viven en situación de marginación y olvido y están condenados a vivir así o emigrar al extranjero. En pocos años se puede producir la gran paradoja que Tierra Santa, el lugar donde nació y vivió Jesús y se fundaron las primeras-comunidades cristianas, se quede sin cristianos.
El cristiano en Tierra Santa en general es palestino, aunque también existe una pequeña minoría de cristianos de origen judío. Los cristianos de Palestina para los musulmanes son, en cierto modo, traidores; para los judíos, son palestinos, es decir enemigos; y para Occidente, apenas son nada.
Los judíos tienen el Estado de Israel que les ampara y cuentan con ayudas y recursos fuera de Israel, especialmente en Estados Unidos. Los países árabes a pesar de las contradicciones y antagonismos que existen entre ellos, se vuelcan en la causa Palestina. Pero los palestinos cristianos se preguntan ¿qué hacen por nosotros los grandes países cristianos como España, Alemania, Francia o Italia?
Una tradicional fuente de recursos económicos han sido las peregrinaciones. Son también expresión de solidaridad de los cristianos de otras naciones con los cristianos palestinos. Sin embargo, a causa de la larga situación de violencia, las peregrinaciones a Tierra Santa han sufrido muchos altibajos. A mayor tensión, menos peregrinaciones. Y las tensiones son lo más habitual en aquella geografía.
Además de la Jornada especial que tradicionalmente se celebra en Viernes Santo, como ayuda a las comunidades cristianas de Tierra Santa, ¿qué hacemos para que los cristianos de Palestina puedan quedarse a vivir en su tierra y sientan el aliento de un apoyo permanente de las comunidades cristianas de todo el mundo?
Pocas tareas hay tan humanas, también tan cristianas, como ser sensibles a los problemas de las personas sufrientes y marginadas y, en la medida que es posible, darles una respuesta positiva, solidaria y generosa. Es tomar una parte de su cruz, y así ayudarlas a resucitar, para que tengan una vida más humana y más plena.