REFLEXIÓN «LA CONTRA». EL DOMINGO Nº 1212. 27 de febrero de 2022.
Sabemos que existe el mal. No somos ciegos ni ilusos. Existe el mal en las personas y en la sociedad. El mismo Jesús lo vio, lo fustigó, lo padeció. La denuncia y la crítica son necesarias. Lo podemos ver en la sociedad y en la misma Iglesia. ¿Qué pasaría si no hubiera oposición, si no hubiera capacidad crítica y profética?
Algunas condiciones
No es fácil hacer una crítica correcta. Si se trata del hermano, debe ser una crítica delicada, comprensiva, oportuna, compasiva; que esté movida por la caridad y desde la humildad. Más que crítica, sería corrección fraterna. Cuando lo hacemos, nos tiene que doler a nosotros. Se lo diremos a él, no por detrás. Mira, yo falto tanto o más que tú, puedes decirme lo que veas en mí; pero seguro que no te das cuenta de este fallo o defecto, y seguro que lo puedes mejorar. Ya sé que tú eres así, siempre podemos hacer un esfuerzo por superarnos.
Si se trata de una persona pública, o una institución, o una ideología, o una norma, o una estructura, vamos a poner tres exigencias: que la crítica o la denuncia sea objetiva, constructiva y liberadora.
Objetiva. La realidad es compleja y la persona es misteriosa. Hay que buscar la verdad, sin ser partidista, sin dejarse llevar por el interés o el sentimiento. Hay que estudiar todas las variantes del problema. No se puede ser simplista o voluntarista. No hay que fijarse solo en la apariencia, sino en la verdad.
Constructiva. Es difícil contentarse con denuncias, con oponerse, con decir que no. No es cuestión de descalificar o humillar sin más. Habrá que denunciar para enriquecer y mejorar, para propiciar el arrepentimiento o el cambio. Cuando rechazamos una solución, ofrecemos otra alternativa, o estamos dispuestos a buscarla entre todos.
Liberadora. Siempre que la justicia o la libertad estén en juego, ahí debe surgir una voz de denuncia. Hay que denunciar todo lo que signifique cadena o yugo para cualquier ser humano o cualquier colectivo. No hablamos solo de opresión económica, puede ser ideológica, cultural, incluso religiosa. Jesús criticaba el yugo que suponía la religión de los hipócritas. Todas estas denuncias son hijas de la fortaleza y la caridad.
Nunca podrán valer más las ideas que las personas. Pero mucho menos los beneficios económicos que las personas. ¿QUÉ VALOR TIENE PARA MI LA PERSONA?