No seamos ácidos ni avinagrados

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REFLEXIÓN «LA CONTRA». EL DOMINGO Nº 1216. 27 de marzo de 2022.

Según la ciencia, el sabor agrio, en determinados alimentos, es debido a una alteración por microorganismos, cuyo crecimiento produce ácidos orgánicos. En sentido figurado, “agria” es la persona adusta, hiriente, malhumorada, desagradable, áspera, ácida en sus expresiones…

Los estudiosos dicen que el gran músico Arturo Toscanini fue un padre severo e inflexible; que influyó, no para bien, en las vidas de algunos de sus descendientes. Un colaborador suyo afirmó: “Toscanini no quiere a nadie. No muestra la bondad del corazón sino la bilis, la acidez que mortifica y ahuyenta. Es incapaz de amar”.

Una madre decía a su hija que es una cantante-actriz es muy popular: “Fuiste vinagre, limón… y ahora eres canela. Hija, has cambiado para bien”.

Hay personas que viven avinagradas; huelen a vinagre, destilan vinagre y lo avinagran todo… Con su tono, con su trato, con su manera de hablar, de escribir… llegan incluso a ser violentos y agresivos, crueles y duros. Tal vez no supieron superar sus horas bajas y cayeron en el pesimismo.

San Francisco de Sales, el gran maestro y pedagogo del espíritu, enseñaba a sus discípulos y discípulas que debían abandonar toda actitud ácida, avinagrada, displicente. Decía: “No olvidéis que las buenas ensaladas tienen más aceite que vinagre”.

En algunos se cumple aquello que decía el profeta Isaías (5, 7) de la viña -refiriéndose a la persona desagradable, ácida-: “Daba racimos agrios”.

No seamos ácidos. Viviremos y haremos vivir mejor la vida.