Verano para rehacernos

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¡Ha llegado el verano y cuántas oportunidades nos ofrece este tiempo! Siempre me pareció un tiempo precioso para realizar proyectos que, normalmente, no podemos realizar durante los meses del año académico, pastoral o laboral.

Empezando quizás por ahí, por descansar. Concederse a sí mismo unos días para el descanso y el paseo, para perderse, sin reloj ni móvil en mano, por cualquier camino del monte o de la costa, nos puede resultar altamente beneficioso y saludable.

Hacer también del verano tiempo de Dios y tener tiempo para orar. Tiempo de diálogo sereno y reposado con el Señor, sin prisas, disfrutando de su presencia y amistad. Tiempo de oración que nos descansa, serena y anima.

Cada verano leer, al menos, un buen libro. Las buenas lecturas nos dan tono al alma y suelen alentar nuestra creatividad. Sin agua se secan todas las tierras y también las almas, como nos diría Santa Teresa de Jesús.

También viajar. ¡Cuánto disfrutamos en un viaje pensado y organizado! Viajar nos abre al mundo y sus riquezas, nos abre también y sobre todo a más corazones y más amigos; los viajes van creando amistad.

El verano es un tiempo para lograr esa especie de oportunidad del “reencuentro” con nosotros mismos y nuestras mejores posibilidades humanas. Para rehacernos y rehacer proyectos.

Fernando Marcos Ayjón.