Athletic, símbolo de reconciliación

Por encima de partidos ganados o perdidos.

La reconciliación es en nuestros días, una gran aspiración de nuestro pueblo,  tras sesenta años de cruda y dura violencia. La experiencia de muchos países ha mostrado que los símbolos llevan en sí una fuerza reconciliadora.

En primer lugar un símbolo convoca. Es un factor de cohesión social. Confiere a una comunidad cuarteada por sus disensiones una conciencia de unidad.

El Athletic es, pues, una de las contadas realidades en las que convergen las adhesiones y los sentimientos de todos los vizcaínos. Una sociedad políticamente muy dividida se siente unida en torno a su equipo, a su historia, a sus vicisitudes y esperanzas. San Mamés y Lezama, el equipo, la directiva, son algo que sentimos como algo nuestro. Un gol clave en un partido lleno de emoción es capaz de producir el abrazo de dos personas que pertenecen a los dos extremos de nuestro arco político. El arco de San Mamés ha sido y sigue siendo en Lezama, un arco que une. Nos recuerda que, a pesar de nuestras diferencias, pertenecemos a un único pueblo plural. El Athletic es un símbolo que favorece la reconciliación.

Una de las vitaminas que necesita un proceso reconciliador es la esperanza. Los procesos son desesperadamente largos. Con frecuencia, la esperanza se debilita y su hija mayor, la paciencia, desfallece. La impresión de que la reconciliación es imposible tiende fácilmente a instalarse.

El Athletic es también, desde esta óptica, una aportación a la reconciliación. El hecho de alimentarse de su cantera propia y de competir de igual a igual con equipos formados con jugadores venidos de varios continentes es signo de una esperanza: con nuestros recursos reducidos nos sentimos capaces de tratar de tú a tú a los grandes que, con un talonario surtido y hasta escandaloso, han concentrado “a lo mejor de lo mejor del mundo mundial”.

Esta esperanza definitiva es un estímulo para que, lejos de arrugarnos ante los desafíos de la reconciliación, la abordemos con una esperanza activa y paciente. Tal esperanza despierta en los jugadores y en la afición dinamismos que multiplican las fuerzas que de otro modo seguirían dormidas dentro de nosotros.

A un amigo entrenador un periodista le preguntó en cierta ocasión «¿tú crees que la Virgen de Begoña hace milagros a favor del Athletic?». El respondió: «No, pero nos echa una mano». La esperanza «no hace milagros, pero nos echa una mano».

En los momentos buenos y en los malos, honradez, fidelidad y esperanza.

BETI ATHLETIC!