No sé lo que me ocurrirá al otro lado
cuando mi vida haya entrado en la eternidad:
solamente estoy seguro de que
un amor me espera.
Sé que será el momento de hacer balance de mi vida,
tan pobre y tan sin peso,
pero más allá del temor, estoy seguro de que
un amor me espera.
Por favor no me habléis de glorias,
ni de alabanzas de bienaventurados,
ni tampoco acerca de los ángeles.
Todo lo que yo puedo hacer es creer,
creer obstinadamente que
un amor me espera.
Ahora siento llegar la muerte
y puedo esperarla sonriendo,
porque lo que siempre he creído,
lo creo con más fuerza.
Cuando muera, no lloréis,
porque es ese amor quien me lleva consigo.
Y si veis que tengo miedo,
-¿por qué no iba a sentirlo?-
recordadme sencillamente que un amor,
un amor me espera.
Madre Alicia Ainé, monja carmelita francesa (1896-1976)