Kilimak bihotzean

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“ATZEKO HAUSNARKETA”. JAUNAREN EGUNA 1181 zkia. 2021eko apirilaren 25a.

Mientras socialmente publicitamos como camino a la felicidad el consumo, la acumulación de cosas y el disfrute de placeres, hay quienes escogen el recoleto sendero de la renuncia. Elena era una chica normal y corriente, estudiante de farmacia, que salía a divertirse y le encantaba ir al cine. Hasta que conoció a las monjas que atendían la residencia universitaria en que se alojaba en Sevilla.

“Me llamaba mucho la atención lo alegres que estaban siempre y me preguntaba qué sed debían tener para dejarlo todo y entregar su vida a Dios”. Así fue cómo aquella joven extremeña se convirtió en la monja Elena, que hoy, con 43 años, es responsable del monasterio de Concepcionistas Franciscanas Santa María del Socorro.

“Yo sabía que la clausura me suponla renunciar a estar presente físicamente en acontecimientos de mi familia. También me hubiera gustado viajar por el mundo o ir al cine los domingos por la tarde. Pero yo no vivo desde la renuncia, sino desde la acogida a la opción que he elegido y que me llena de felicidad”.

Cuesta entenderlo, pero la monja Elena asegura que la vida contemplativa colma todas sus aspiraciones. “Sí me encuentro a gusto con lo que soy y con lo que el Señor me ofrece. Y no es solo porque a veces me haga cosquillas el corazón, sino por muchas otras pequeñas cosas que recibo del contacto con otras personas. Estoy a gusto con lo que estoy haciendo. No vivo desde la frustración”.

La monja Elena tiene una explicación más para quienes no encuentran sentido a renunciar a todos los placeres y oportunidades que ofrece el mundo exterior; “En todos los aspectos de la vida tenemos que estar abiertos al amor, y el amor implica siempre renuncia, pero da la felicidad. A cada cual desde su propia vocación”.

…bokazioen aldeko igandean.