Padre bueno, que infundiste al diácono San Vicente el espíritu de fortaleza que le hizo fiel en tu servicio y valiente, te pedimos que nos protejas de las amenazas de nuestro tiempo.
Danos la salud del alma y del cuerpo para que, a ejemplo de San Vicente, amemos con un corazón limpio y sirvamos al prójimo con generosidad, compartiendo nuestros bienes. Te pedimos por las víctimas de guerras y violencias. Ten compasión de quien sufre enfermedades, soledad, pobreza y hambre.
Ayúdanos a ser sal y luz para los demás, siendo auténticos testigos de Jesús en nuestra vida, y siendo instrumentos de paz y de alegría. Amén.