De todo esto, ¿qué necesitamos?

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REFLEXIÓN «LA CONTRA». EL DOMINGO Nº 1185. 23 de mayo de 2021.

Con el Espíritu, Dios ya no nos da cosas. Se da Él mismo. ¡Divina autodonación!

Este “Altissimi Donum Dei” florece en multitud de dones y carismas. La Iglesia sabe reconocerlos y apreciarlos. Cuando hablamos de siete dones o de doce frutos, es solo una manera de hablar: son números simbólicos. Los dones y los frutos del Espíritu son incontables. Se dan a cada uno en particular y se dan a toda la comunidad. Siempre para construir, para servir y para salvar.

Si faltara esta floración, este aliento permanente del Espíritu, todo en nuestra vida y en la vida de la Iglesia se reduciría a una rutina, a un funcionalismo y a un institucionalismo. La verdad sería doctrina, la celebración sería administración, el amor sería ley. Sin el Espíritu, el testimonio sería repetición, el servicio sería profesión, la unidad sería compromiso u obediencia servil. Un cuerpo sin alma.

“Padre de los pobres”

El Espíritu no es el Padre, pero para los pobres es un padre. Es su protección, ayuda y enriquecimiento; es su consuelo, fuerza y liberación; es su compañía, su huésped y su amor.

Pobres lo somos todos; pero nos referimos especialmente a los débiles, a los que sufren, a los que carecen de bienes, a los desvalidos, a los faltos de cultura y de cariño. Si el Espíritu es Amor, necesariamente ha de volcarse sobre quienes más lo necesiten. Por eso:

  • Donde hay vacío, el Espíritu se hace plenitud.
  • Donde hay miseria, el Espíritu se hace tesoro.
  • Donde hay sufrimiento, el Espíritu se hace consuelo.
  • Donde hay tristeza, el Espíritu hace alegría.
  • Donde hay debilidad, el Espíritu se hace fuerza.
  • Donde hay orfandad, el Espíritu se hace madre.
  • Donde hay ignorancia, el Espíritu se hace sabiduría.
  • Donde hay marginación, el Espíritu se hace acogida.
  • Donde hay opresión, el Espíritu se hace libertad.
  • Donde hay explotación, el Espíritu se hace recompensa.
  • Donde hay soledad, el Espíritu se hace huésped.
  • Donde hay olvido, el Espíritu se hace memoria.
  • Donde hay desamor, el Espíritu se hace cariño.
  • Donde hay muerte, el Espíritu se hace vida.

¡Padre de los pobres, defiende y enriquece a tus hijos!